En el crepúsculo acorazado de puñales invisibles
busqué el rastro de tu sombra,
un instante tuyo, que para mí es
eternidad,
que me diga que la esperanza aún no ha
muerto
y encontré tan solo una ciudad amurallada,
un pozo profundo sin salida, una oquedad afilada
que me despuebla y me vacía el alma,
no hay más el agua que brotaba de tus
ojos de tu boca de tu cuerpo
Ya no hay más el alma de dos niños que
se amaban.
queda un presente con puertas cerradas
y un montón de cenizas y de escombros
colgados de la cal de unos huesos
y una niña amarrada a mis pupilas hace
siglos
que contempla con tristeza desde el
fondo de la vida
las trampas que trae consigo la muerte.
Asoreth
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