Amor hoy he leído la carta de
despedida de Cohen a Marianne
y sabes me ha invadido la nostalgia,
pues he pensado que tarde llegamos
a cruzar el puente que unió
nuestras vidas
y las noches necias cada día caen de
rodillas ante nosotros
y sé que tendremos que partir un día Incierto
y tengo miedo, quiero cruzar a la otra orilla tomada de tu
mano
y de la de nuestra pequeña asorethina,
no dejes que las sombras me
abracen
cuando la cal de nuestros huesos
se vaya diluyendo
para perderse en el olvido, quiero sentirte cerca o detrás de mí,
tomándome la mano para no caer en
las sombras,
tú sabes el miedo que ellas me
inspiran desde niña,
debes permanecer en el campanario
lácteo de mis senos subversivos,
acurrucadito como el niño cantor
abrazado a tu amarantha,
donde nadie te vea, pero quiero que sepas por si algo nos obliga
a tomar una senda distinta,
que te amé como a nadie
y que fuiste para mí, mi amor, mi
vida mi complemento
que nunca me asustaron tus manos
que decías son toscas,
pues para mi eran de los más tiernas,
adoré tu lenguaje popular, tu
sexo ciego por mi piel,
y nunca acosaste mi benevolencia
ni removiste
las aguas para provocar los
tsunamis, que me invadían
ellos se provocaban solos desde
el vaso de mi propia sed,
y fuiste el único que limpió mis miedos con tus
sueños
y perdoname a mi por que fui cobarde por no haber luchado por nuestros sueños.
amor, sé que no iremos solos porque nuestro barro no fue de esta esfera,
y nos acompañaran un sin fin de seres invisibles
nacidos de nuestros sueños que viajarán
con nosotros,
en tu barco de papel en el que
creíste que naufragó un día
e irán sembrando semillas de luna llena, para arrancarnos de raíz
de ese país de silencio que fundamos los dos por amor.
Asoreth
Guandungo Tu amante eterna, loca dispersa soñadora, la que solo en sus letras, nunca,
tuvo cadenas que le aten a la tierra, tu gota de rocío del mes de mayo